La Sanidad pública de Fuerteventura tiene cáncer
- Publicado en En Profundidad
La Sanidad pública de Fuerteventura tiene cáncer
POR: Carolina Santos, periodista y potencial enferma. PARA: La Revista Mi Pueblo Fuerteventura
POR: Carolina Santos, periodista y potencial enferma. PARA: La Revista Mi Pueblo Fuerteventura
La Sanidad privada es un negocio lucrativo que crece al mismo ritmo que enferma la Sanidad pública. Las clínicas privadas, cada vez más sofisticadas, con entradas y salas de espera amplias y luminosas, rebosan salud y simpatía, profesionalidad y rapidez, a todo paciente que pague a la salida o mejor, a la entrada, por si acaso.
Numerosos empresarios invierten en la Sanidad privada como uno de sus mejores negocios, muchos de ellos, son políticos, algunos los vemos asistir a sus pomposas inauguraciones pisando sobre alfombra roja y comiendo de catering de canapés y gulas. Un par de calles más allá, un consultorio público o un hospital insular, donde los especialistas miran de reojo y empiezan a valorar tener una segunda consulta en esa nueva clínica, primero como apoyo a un sueldo que se vale sólo, y después como entrada económica principal ante los numerosos casos de pacientes que derivan con sutiles consejos asegurándoles que si pagan serán atendidos antes.
Numerosos empresarios invierten en la Sanidad privada como uno de sus mejores negocios, muchos de ellos, son políticos, algunos los vemos asistir a sus pomposas inauguraciones pisando sobre alfombra roja y comiendo de catering de canapés y gulas. Un par de calles más allá, un consultorio público o un hospital insular, donde los especialistas miran de reojo y empiezan a valorar tener una segunda consulta en esa nueva clínica, primero como apoyo a un sueldo que se vale sólo, y después como entrada económica principal ante los numerosos casos de pacientes que derivan con sutiles consejos asegurándoles que si pagan serán atendidos antes.
Claro que hay enfermos con cáncer, uno de ellos es la propia Sanidad pública, y una evidencia de donde se localiza su tumor es el Hospital insular en una isla como Fuerteventura, aparentemente sana con sol y playas pero que esconde síntomas de desarrollo precario y futuro incierto.
Como a otro enfermo más, nuestros portavoces y gestores políticos le pasan con lástima la mano por la espalda, diciéndole que todo ira bien… intentando calcular el tiempo de agonía que le queda.
Fuerteventura, esa joya de la corona para cadenas hoteleras que ni siquiera cotizan impuestos en Canarias o tour operadores internacionales que no reinvierten ni un euro de sus ganancias en la propia isla, es también la menos considerada por el gobierno regional ni estatal, para inversiones en educación, cultura, y muchísimo menos, sanidad.
En la isla nos hablan de posibilidades de futuro, y promesas que no se cumplen. El consejero de Sanidad del Gobierno de Canarias o el propio gerente del Hospital Insular de Fuerteventura, llegan a afirmar públicamente que tenemos garantizado cualquier área de atención médica con sólo viajar a Lanzarote o Las Palmas de Gran Canaria. ¿Acaso no se dan cuenta que esa misma afirmación se podría hacer sin siquiera tener hospital?
Julio, tiene cáncer de páncreas, y Begoña su compañera fiel y ahora esposa, tiene cáncer de Julio. Ambos lo tienen claro: Sin sanidad pública nosotros estamos muertos, porque si ahora no puedo ni acompañarle a Las Palmas tampoco podría pagar un seguro médico.
Creo que todo el mundo que lea esta afirmación puede entender a Julio y Begoña, pero tengan ojo, porque mientras usted y yo nos indignamos, también habrá quien al leer esta afirmación, responda con serenidad y un suspiro, es la ley del mercado.
Julio tiene cáncer, así se lo han diagnosticado pero les aseguro que su mirada como la de muchos que salieron de sus camas para protestar en la puerta del hospital, reflejan más vida que muchos de los vivos sanos que conocemos.
Esa vida que reflejan sus ojos no es consecuencia de las medicinas sino del valor que han sacado para aún sintiendo el dolor en sus piernas, mantenerse en pie y aguantar un cartel de cartón que exige dignidad, que exige el derecho a una atención médica completa, sin que te nieguen los tratamientos, sin que esperes hasta más de un año para que suene el teléfono y te den por fin tu cita, o sin que jamás vuelva a decir que el especialista esta de vacaciones, o incluso que atiende en otra isla.
La vida que transmiten con su mirada se la ha dado su lucha. Una lucha, en la que muy a pesar de algunos, no se han visto solos en un pasillo de neones de un hospital, sino que han encontrado el apoyo de muchos otros enfermos que se han unido a mantener alto ese cartón escrito a rotulador.
Esa vida que reflejan sus ojos no es consecuencia de las medicinas sino del valor que han sacado para aún sintiendo el dolor en sus piernas, mantenerse en pie y aguantar un cartel de cartón que exige dignidad, que exige el derecho a una atención médica completa, sin que te nieguen los tratamientos, sin que esperes hasta más de un año para que suene el teléfono y te den por fin tu cita, o sin que jamás vuelva a decir que el especialista esta de vacaciones, o incluso que atiende en otra isla.
La vida que transmiten con su mirada se la ha dado su lucha. Una lucha, en la que muy a pesar de algunos, no se han visto solos en un pasillo de neones de un hospital, sino que han encontrado el apoyo de muchos otros enfermos que se han unido a mantener alto ese cartón escrito a rotulador.
La Sanidad pública tiene cáncer de recortes que le dejan sin esperanza ni futuro, y eso lo saben especialistas y médicos, pero sí, tiene un remedio, curiosamente el mismo que les ha dado vida y esperanza a Julio y Begoña.