Cartas al Cartero. Lo irónico del asunto Destacado

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Cartas al Cartero. Lo irónico del asunto
Francisco Santos Rebollo@facebook>

Comprensivo custodio de mis palabras:
Usted, que se gana la vida sembrando por los portales la correspondencia de excéntricos como yo, empeñado aún en plasmar por escrito mis pensamientos para quien quiera leerlos (aunque nadie más que usted los lea), convendrá conmigo en el notable retroceso de la ironía.

La ironía es la distancia entre lo que decimos y lo que queremos que se entienda, y esa distancia cada vez es más corta.

Es una ingenuidad considerar que las palabras significan sólo lo que significan. Usted y yo lo sabemos, y lo sabe cualquiera que se pare un instante a pensar en sus propias palabras o en las palabras de otros. El lenguaje no se habría desarrollado nunca si nada más se tratara de llamar “piedra” a la piedra o “fuego” al fuego. Gracias a eso hoy llamamos “piedra” a la piedra, pero también sugerimos con la misma palabra el duro corazón de quien nos parece insensible, o la mirada falta de amor, o la mollera cerril de quien reniega de la razón. Hoy llamamos “fuego” al fuego, pero también invocamos con esa palabra los deseos fogosos de los enamorados, o la cólera que hace hervir la sangre de los asesinos.

Siempre se dice más de lo que se dice, en eso consiste la ironía. Y es esa la esencia del lenguaje humano, desde la primera palabra, “mamá”, con la que decimos “mamá” y decimos “calor” y decimos “leche” y decimos “protección”…

Volviendo al principio, amigo mío, habrá constatado conmigo que la ironía está en declive. Que cada vez resulta más difícil decir algo más de lo que se quiere decir, porque cada vez la gente se empeña en comprender menos de lo que es necesario comprender. Vamos hacia un ejercicio de comunicación cada vez más básico, más inequívoco, más inmediato. Y lo irónico del asunto es que a medida que retrocedemos a un estadio pre-homínido en que “fuego” sólo ha de significar “fuego”, menos nos entendemos unos a otros.

Se despide de usted, deseándole un buen día (en todos los sentidos de la expresión), el inquilino de:
c/ El Médico de los Corderos, nº 8 (semisótano).
Puerto del Rosario.

Artículo publicado en la edición nº 73 de la Revista Mi Pueblo Fuerteventura, en la sección Cartas al Cartero por Francisco Santos Rebollo
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