FUERTEVENTURA, EL GRANERO DE CANARIAS. Destacado

  • Escrito por  Carlos González
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Molino de Villaverde Molino de Villaverde
Tras la conquista de Fuerteventura empezaron a llegar colonos peninsulares, que se establecen en los valles más fértiles de Fuerteventura.

La agricultura de secano es la más apropiada para la isla, debido a su baja pluviometría, aprovechando el agua de lluvia, mediante la construcción de gavias, nateros, o cadenas.

Los cereales, fueron la base alimenticia de la isla, y se cultivaban en las vegas, y en las “rosas”. Las vegas eran terrenos dedicados exclusivamente al cultivo de cereales, en los cuales se sembraba principalmente trigo, cebada blanca, cebada romana, y en menor medida centeno. 

A las vegas una vez que eran sembradas, se les nombraban unos guardas. La misión del guarda era cuidar de la vega desde la siembra hasta que el cereal era recogido y llevado a la era, también el impedir la entrada del ganado a las zonas sembradas.

Los agricultores pagaban a estos guardas en fanegas de cereal según la productividad de sus tierras, además de una comisión por res capturada. Esto aumentó la picaresca entre los guardas, dejando que tanto sus reses como las de sus amigos pacieran por los sembrados, por lo que el Cabildo tuvo que nombrar a su vez sobreguardas, para que vigilaran a los guardas de las vegas.

El almacenamiento del grano se podía hacer individualmente por cada agricultor en sus pajeros, para evitar su pérdida por la aparición del gorgojo o bien de forma comunitaria en el pósito.

El pósito de Fuerteventura fue fundado en 1599, y se ideó como un sistema de almacenamiento comunitario de cereal. Sirvió para ayudar al abastecimiento de los campesinos, proporcionándoles cereal en épocas de penuria. El cereal se repartía directamente a los vecinos, se entregaba a las panaderas para que lo convirtiesen en pan, o se vendía directamente entre los vecinos para reponer dinero en efectivo.

Fuerteventura junto con la vecina isla de Lanzarote fueron denominas “El granero de Canarias”, debido a la gran cantidad de cereal que salían de estas islas. El comercio y exportación de granos por parte de Fuerteventura a otras islas comienza a intensificarse a partir de la segunda mitad del siglo XVII. En los años abundantes y también en los medianos, embarcaron trigo y cebada a Tenerife a través de los puertos de Santa Cruz, La Orotava y Garachico.  Posteriormente para Gran Canaria, e incluso La Palma. También se envía trigo a Madeira.

La producción del cereal se vio supeditada a muchos contratiempos, desde plagas y escasas lluvias, hasta los ataques por parte de los corsarios ingleses.

Las plagas que más afectaron a los cereales en la isla fueron principalmente la alhorra y la langosta. La alhorra es un parásito, que se manifiesta en polvo color amarillo oscuro, que recubre la espiga y la hace granar poco. Las plagas de langosta eran las más temidas por los majoreros, por su voracidad y por ser endémicas de la isla. En algunas actas del cabildo se llama a los vecinos para que vayan a matarlas, “so pena de 4 reales a los que no acudieren”, en otras ocasiones solo queda rezar y procesionar a los santos

Hubo grandes épocas de penurias tanto en el siglo XVII como en el XVIII. La escasez de agua, unida a las plagas y los ataques corsarios que apresaban los barcos cargados de cereal provocaron unas grandes épocas de hambrunas en la isla. Numerosas personas se vieron abocados a embarcan hacia otras islas, dejando Fuerteventura casi deshabitada y en peligro de una posible invasión.

Pero la llegada en el siglo XIX de nuevos adelantos en la extracción de aguas, como las técnicas de bombeo con aeromotores, transformó la isla y vuelve a ser una rica y productiva tierra.

Durante los veranos, la época de recogida del cereal, se necesitaba mucha mano de obra y en caso necesario se contrataban numerosos jornaleros algunos provenientes de La Palma.

Para empezar la faena se llamaban a los trabajadores al amanecer, con los sonidos de los bucios.

A veces se contrataban músicos que cantaban coplillas, su única misión era la de animar en el trabajo. Pero por lo general, eran los propios jornaleros los que entonaba los romances, (que narran largas historias de amores y desventuras), o las coplas romanceadas, muchas de ellas totalmente improvisadas y que los demás repetían el pie del cantar.

Cinco siglos de tradición cerealista han transformado el paisaje natural y etnográfico de Fuerteventura, dejando los molinos y molinas que salpican la geografía de la isla.
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