El ejercicio terapéutico, la mejor herramienta para alargar y mejorar la calidad de vida de nuestros mayores en plena pandemia de la COVID-19

El ejercicio terapéutico, la mejor herramienta para alargar y mejorar la calidad de vida de nuestros mayores en plena pandemia de la COVID-19



La práctica de ejercicio terapéutico incrementa la longevidad, previniendo enfermedades cardiovasculares, el deterioro cognitivo y varios tipos de cáncer, y aumenta la capacidad de los mayores de autocuidarse, según afirma Erika Cyrus, vicedecana de la Facultad de Salud de la Universidad Santa Paula (Costa Rica), que ha participado este fin de semana en un curso sobre Ejercicio Terapéutico en Geriatría organizado por el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Canarias.



Se puede perder hasta un 1,7% del volumen muscular después de tan solo 2 días de inmovilización, observándose pérdidas mayores (5,5% del volumen muscular) después de sólo 7 días, según asegura Cyrus. Un mal que afecta también a personas adultas más jóvenes.



La evolución de la pandemia generada por la COVID-19 presenta una serie de riesgos asociados a las nuevas reducciones en los niveles de actividad de la población en general.  Las cuarentenas, el autoaislamiento, el distanciamiento social y otras medidas han llevado al cierre de gimnasios y centros de ocio, así como a la suspensión de los programas de ejercicios y rehabilitación en grupo, no solo en Canarias y en España sino en gran parte del mundo. 



“Nunca ha sido más fácil estar físicamente inactivo”, asegura Erika Cyrus, que es vicedecana de la Facultad de Salud de la Universidad Santa Paula (Costa Rica) y que ha impartido este fin de semana un curso online sobre Ejercicio Terapéutico en Geriatría organizado por el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Canarias, en el que han participado más de 40 colegiados.



“Además, e independientemente de la reducción de la actividad física”, asegura Cyrus, “factores como el incremento del tiempo que pasan las personas de edad sentadas y el comportamiento sedentario generalizado, que han ido en aumento a medida que se ha alargado la pandemia y se han replicado los confinamientos, también se asocian con múltiples resultados adversos para la salud”.



Erika Cyrus, que es directora de la Escuela de Terapia Física de la Universidad de Santa Paula, ha desarrollado su carrera profesional dedicada casi exclusivamente al campo de la geriatría, ámbito en el que es especialista en enfermedades crónico-degenerativas a través de la American Physical Therapy Association (APTA). 



Esta fisioterapeuta afirma que se ha demostrado que, incluso, períodos cortos de actividad reducida (generados por la inmovilización, el reposo en cama u hospitalización, así como una reducción escalonada de la práctica de ejercicio) dan como resultado la pérdida rápida de masa muscular y función física, incluso en adultos más jóvenes.



“Se puede perder hasta un 1,7% del volumen muscular después de tan solo 2 días de inmovilización, observándose pérdidas mayores (5,5% del volumen muscular) después de sólo 7 días”, asegura.



Por ello, desde el Colegio de Fisioterapeutas de Canarias se aboga porque la población en general mantenga en este periodo pautas continuadas de ejercicio, especialmente aquellas personas con patologías de riesgo que no puedan acceder a servicios comunitarios o privados para preservar su salud, continúen realizando tablas en casa.



“Es de vital importancia que las personas con enfermedades crónicas degenerativas o enfermedades crónicas no transmisibles, como diabetes, hipertensión, obesidad, síndrome metabólico, problemas cardiacos, debilidad, sedentarismo, soledad o trastornos de la marcha, continúen haciendo terapia”, asegura. “Si se prescribe y dosifica bien, todas las personas adultas mayores sin importar su condición de base se pueden beneficiar del ejercicio terapéutico”, puntualiza.



Cyrus, ponente principal del Curso de Ejercicio Terapéutico en Geriatría organizado por el Colegio de Fisioterapeutas de Canarias, lamenta que no se hayan generalizado este tipo de programas de forma pública a nivel sanitario a nivel internacional, algo que significaría que las personas adultas mayores podrían mejorar su calidad de vida, tener más independencia, y poder pasar su vejez en casa, sin recurrir tanto a residencias de mayores para poder cuidarles. “Si las personas, a los 60 años, iniciaran un programa de envejecimiento exitoso por medio del ejercicio terapéutico con su fisioterapeuta, posiblemente el sistema sanitario estaría más descargado ahora mismo, por todos los beneficios no solo funcionales, sino de salud en general y el bienestar que aportaría a la población de edad avanzada”.



El ejercicio terapéutico ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, varios tipos de cáncer, el deterioro cognitivo y, además, mejora la función sistémica y orgánica. Dentro de sus principales beneficios, además, se encuentran otros tales como el incremento de la longevidad, la mejora de la capacidad funcional de individuos que presentan déficit en la realización de actividades de la vida diaria o el incremento de la capacidad respiratoria y a oxigenación en sangre….



“Uno de los factores más importantes a tener en cuenta para que los mayores continúen desarrollando actividad física es recordarles que reduce el riesgo de caídas al favorecer el aumento de la fuerza, la flexibilidad y el equilibrio.  También facilita las relaciones intergeneracionales, aumentando los contactos sociales y la participación social. Cuanto mejor es nuestra capacidad física, también mejora la posibilidad de autocuidarnos cuando nuestra edad es avanzada y, además, se conservan más ágiles y atentos nuestros sentidos. Otro gran beneficio para la salud es la mejora de la calidad del sueño, al disminuir la ansiedad, el insomnio y la depresión”, subraya Erika Cyrus.



La especialista costarricense advierte, no obstante, que aunque no hay limitaciones a la hora de empezar a hacer actividad física, si no se ha practicado antes, sea cual sea la edad, es imprescindible que un fisioterapeuta haga una valoración funcional completa. Ello permite dar a conocer las deficiencias, restricciones y limitaciones funcionales, además de las comorbilidades, factores de riesgo, entorno biopsicosocial, y las necesidades específicas del paciente. Una vez obtenida esta información, “podemos, siempre, de la mano del paciente para empoderarlo, desarrollar un programa de ejercicio terapéutico que le permita alcanzar la máxima funcionalidad que su condición física le permita”, añade. 
                                                                                                                                                                                                                              

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Beatriz Díaz – beatriz@mandarinacomunicacion.es

11 de noviembre de 2020


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